A los costados de cualquier calzada se ven riadas de gente esperando a que pase algo que les saque de allí: Guaguas, camellos, almendrones, ruteros, máquinas, motocicletas, camiones, bicicletas, cocotaxis, aspirinas, chevrolets, P-11s, "limusinas", Ladas... el vocabulario se despliega para nombrar a cada vehículo que pasa muy de vez en cuando por la carretera.
En algunos puntos la gente forma colas interminables. Esperan inmóviles, achicharrados de calor. Cuando por fin llega una guagua el grupo convulsiona como si tuviera vida propia. El bus va tan cargado que parece imposible que quepa alguien más. Bajan seis personas y a empujones y equilibrismos suben cincuenta, mujeres con bebés, ancianos, borrachos, embarazadas, ciegos... "Vamos caballero camineeen!...que a ustede les gusta el roce y la comodidaa!", el motor arranca aún con gente en la puerta (quien tiene acceso a regentar un vehículo se convierte en otra estirpe con derecho a maltratar al peatón).
Dentro no se ven las caras "de la sonrisa ancha" que venden en los panfletos turísticos. Los rostros de la gente transmiten cansancio, embrutecimiento y resignación.
Aquí nada revoluciona, todo está quieto o se mueve a trompicones.
Dentro de una guagua.
Aguacero dentro de una máquina (temí por mi vida).
Bienvenidos al municipio de Regla.
La cola para ir a la playa.
El P-3
La cola para volver de la playa.
Otro camión que se ha estropeado.
La bicicleta es un bien preciado,
no todo el mundo puede agenciarse una.
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